En el muy lejano 1948, Alfred Hitchcock dirigiría la película La soga, su primer largometraje en color. Está basada en una obra de teatro titulada Rope, homónima a la película en su versión inglesa.
A pesar de ser una de las películas no mejor valoradas por los críticos de la filmografía del autor, sobre todo en el momento del estreno, su experimentalidad en diversos aspectos la ha hechos perdurar en el tiempo llegando a ser una de las películas más reconocidas del director.
En primer lugar, prima el modo en que la grabó, pues la cinta se compone de tan sólo un puñado de planos secuencia pegados entre sí con un truco de montaje simple pero efectivo: colocar un primerísimo primer plano en la oscuridad de la chaqueta de uno de los protagonistas.
Sinopsis de La Soga
Dos amigos, o más que amigos, deciden asesinar a un conocido con una soga para demostrar a su profesor de criminología, inmediatamente después en una pequeña fiesta, que el crimen perfecto, a diferencia de lo que él afirma, sí que existe. El cadáver, guardado en un rudimentaria baúl de cerrojo inservible, está presente durante toda la cena y toda la conversación que se mantiene con los invitados e, incluso, se asientan sobre él objetos como libros, candelabros o la propia comida.
Crítica de La Soga
Prima por delante, durante toda la obra, dos factores fundamentales que la encumbran y rodean de una tensión y fulgor que la hacen de La soga una película, más que disfrutable, hecha para el puro hedonismo. Por un lado una sucesión de diálogos brillantes que tienen entre sí todos los invitados a la fiesta. Desde los dos amigos asesinos que parecen tener un noviazgo a juzgar por sus gestos y vacilaciones, hasta la sirvienta, pasando por un afilado profesor o una chica a la que parece no divertirle la reunión o un padre nervioso, proponen respuestas, circunstancias y comentarios ávidos e inteligentes.
En segundo lugar, como elemento en sí mismo, el hecho de tener a un par de metros de todos ellos sin saberlo el cadáver de un joven al que todos conocen pero que ninguno, o casi ninguno, es capaz de sospechar siquiera que se encuentra ahí. un juego muy propio del director y inglés y que es en sí mimos capaz de servir como pilar maestro a toda la película de La soga.
Todo ello está envuelto con el ritmo feroz del que dota los enormes diálogos en los que se refleja la naturaleza teatral de la historia. La película se concibe sin ningún corte de escena, una sucesión de diálogos entre todos ellos en apenas unas estancia y media de la poco humilde casa de estudiante de los muchachos. Puro teatro encerrado en una pantalla.
Homosexualidad en La soga
Es curiosa la muy evidente homosexualidad que se muestra entre los dos amigos, con juegos con la botella de champagne que recuerda a una clara masturbación, incluida. Pero más lo es que fuera capaz de pasar los estrictos controles de la época en este sentido.
Algunos van más allá y son capaces de ver en el propio asesinato un acto similar al sexual: el ahorcamiento con la soga como una erección, la muerte similar al orgasmo, y el desvanecimiento siguiente como la flacidez posterior del miembro masculino. Teoría que puede ser apoyada por el hecho de hacerlo a oscuras por miedo a ser vistos desde la calle (miedo a que descubran su homosexualidad) a pesar de vivir en un piso alto muy alejado de otras ventanas.
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