A lo largo de las diferentes etapas de la historia de la humanidad, ha habido una serie de hombres que han marcado época gracias a su enorme capacidad multidisciplinar para adaptarse a diferentes tareas y entornos.
Quizás el primero que se venga a la cabeza sea Leonardo da Vinci, el cual, si uno recurre rápidamente a la Wikipedia sale tal lista de disciplinas que da apuro copiar y pegar tal parrafada.
Pero si uno mira al entorno actual, puede toparse con una figura que pueda ser considerado como el nuevo da Vinci, salvado las distancias, claro. Y las dos películas de Tom Ford de director, son la prueba perfecta de ello.
El cine, su última conquista
Hace algo más de una década desde que la primera película del diseñador llegara a la gran pantalla. Apenas se le daba crédito a que pudiera superar la entonces manida predicción de que sería algo bonito de ver, sobre todo por vestuario e imagen, pero que a buen seguro se le verían las costuras de una obra propia de un director novel.
Pero imposible andar más desencaminado, A single man fue una de las obras más populares del año, y nos mostró una nueva interpretación magistral de un Colin Firth candidato al Oscar como mejor intérprete. Su segunda película, Animales nocturnos, fue la constatación de un director que con tan sólo dos cintas a sus espaldas había sido capaz de consagrarse estrella en el firmamento de Hollywood. Las dos películas de Tom Ford director que han sido y deben ser tomadas como dos piezas completamente interesantes en el panorama.
A single man
Un profesor universitario de los años 60 pierde en un accidente de tráfico al que ha sido su pareja durante buena parte de su vida. La desazón y el dolor de la soledad se solapan con el hecho de no poder despedirse de él debido a lo mal visto que está aún en la sociedad la homosexualidad.
Animales nocturnos
Una galerista que vive rodeada de lujo y de un enorme vacío a su alrededor recibe una carta de su antigua pareja, quien la insta a que lea el borrador de su novela, la cual trata de una pareja que viaja en coche y que es asaltada.
Llegar a ser el rey de la moda masculina
Pero antes de su salto a la pantalla, el diseñador dio buenas muestras de su talento en el entorno de las pasarelas de moda. Empezó como becario en Chloé, donde según él mismo afirma sólo se dedicó a empaquetar zapatos, etiquetarlos y ponerlos en el perchero.
Después trabajó para Perry Ellis, pero pronto se cansó de estar en Estados Unidos, país que abandonó para engrosar las filas de Gucci, con un concepto europeo que le atraía más por entonces. Ascendió de un modo meteórico y llegó a ser el responsable de once líneas de producto, lo que le suponía trabajar unas dieciocho horas al día.
En 1999 fue nombrado director creativo de YSL, trabajo que compartía con su puesto en Gucci. Y fue en esta etapa donde consiguió ser reconocido de forma mundial, no sólo por sus dotes a la hora de diseñar, sino también por su capacidad de gestión.
Dos años después de su salida, que tuvo lugar en 2004, fundó su propia marca de ropa que lleva su nombre y que se ha conseguido posicionar, en menos de dos décadas, como una de las más importantes en cuanto a moda masculina y una grata alternativa femenina. Además, sus líneas de perfumes son una de las más deseadas y rompedoras del mercado.
Entre sus últimas grandes ideas, se encuentra vestir a James Bond con algunas de sus prendas más icónicas o crear un reloj con plásticos marinos reciclados. ¿Siguiente?
Génesis del geniomoderno
Pero para poder entender una personalidad capaz de levantar un imperio como él ha hecho, debemos atender a sus orígenes, que nos muestran a un niño vanidoso y del cual se burlaban en la escuela por llevar maletín. Cuestión a la que él contestaba que no dejaría de hacerlo porque le sentaba demasiado bien. Coquetería que le llevo a ponerse un par de pepinos en los ojos para disimular sus ojeras, momento en el que aprendió, a las malas, su alergia a la planta.
Él mismo asegura que no se sentía bien en el papel de niño, y que deseaba convertirse en adulto. Siendo adolescente empezaron sus problemas. Se trasladó a Nueva York con sólo diecisiete años, donde experimentó hasta el límite sexo, alcohol y todo tipo de sustancias. Tras lo cual decidió volverse abstemio, lo que él mismo define como un momento clave de su carrera, y sin lo cual no podría haber cosechado los éxitos que cosechó.
Principios férreosy obsesiones
Existen alrededor de su figura una serie de obsesiones que hemos podido conocer gracias a las entrevistas que ha concedido, las cuales son escasas pero siempre deja algún sonoro titular.
- Dice la palabra «odio» con demasiada frecuencia. Odio esto, odio lo otro…
- Tuvo que renunciar con su hijo, el cual le cambió la vida, a tener la casa ordenada y de color blanco o negro, debido a todos los juguetes de colores que deja por ahí.
- Odia los pantalones piratas. En una ocasión hizo volver a su casa a alguien de su equipo por llevar unos así.
- No consiente el iPad en la mesa.
- No grita para no malgastar energía.
- Siente obsesión por el falo. Cree que todo el mundo debería ser penetrado por uno al menos una vez en la vida. Considera el desnudo masculino frontal como última frontera para enfrentarse a uno mismo.
Como has podido comprobar, la películas de Tom Ford director parecen ser sólo el pico del iceberg de un genio de mil aristas; cuya vida es digna de un buen puñado de biografías y biopics sin haber llegado aún a los sesenta años. ¿Su nuevo paso con el que nos dejará boquiabiertos? Nadie lo sabe. Es lo que tienen los genios, un día se levantan y pintan La Gioconda o inventan el autogiro; otro se pasan de rosca una noche y reinventan la moda, después trasnochan y te hacen una de las películas del año.